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El pobre manteado daba tantas voces que llegaron a oídos de su amo, el cual creyó que una nueva aventura se le avecinaba hasta que reconoció los gritos de su escudero. Entonces volvió riendas y con torpe galopar llegó a la venta, pero, al encontrarla cerrada, la rodeó para ver si hallaba otra entrada. Fue entonces cuando por encima de la pared del corral, que no era muy alta, vio subir y bajar a su escudero por el aire con mucha gracia y rapidez. Probó desde el caballo a subir a lo alto de la tapia para saltar al patio, pero estaba tan molido y quebrantado que no pudo ni apearse, así que empezó a lanzar tantas injurias y palabras ofensivas contra los manteadores, que no se pueden escribir. Éstos no dejaban de reír, [...]